CEO: ¡Un aplauso para la gente
de marketing! La campaña "si no comprás un auto que se maneje sólo, el
político que odiás va a perpetuarse en el poder" es todo un éxito y ya
tenemos más de 200.000 pedidos. Para finalizar esta productiva reunión, la
primera con esa característica en la historia del mundo, los chicos de
Investigación y Desarrollo nos van a contar un poco sobre las últimas pruebas a
las que pusieron a Cacho antes de salir a la venta.
(Aplausos.
Dos hombres, ambos de guardapolvo blanco, se paran frente a la sala de
reuniones. Uno es flaco, de anteojos gruesos y pelo grasoso pegado a la cabeza;
el otro muestra un ligero sobrepeso, baja estatura, tiene la cabeza llena de
rulos y aparatos en los dientes. Se los ve nerviosos. La sala está atestada de
jefes y mandos medios, discutiendo las últimas novedades del lanzamiento. En
las paredes cuelgan banners con la imagen del moderno vehículo y la leyenda:
“Cacho, el auto del futuro”).
CIENTÍFICO 1: Ejem, buenos
días. Como sabrán, para la programación de Cacho, logramos transmitir a nuestro
vehículo auto-manejable, además de los clásicos algoritmos de conducción y
leyes de tránsito, la mente de un taxista con 35 años de experiencia. De esa
forma, el producto contaría con un software que incluye mapas y reglas viales
de todos los países del mundo, y, a su vez, tendría la experiencia de un
conductor experimentado.
CEO: ¡Una gran idea a la que
no le veo inconveniente alguno! ¿Y entonces? Todo viento en popa, asumo.
(Los
científicos se miran entre ellos)
CIENTÍFICO 2: Bueno... sí.
CIENTÍFICO 1: Y no.
CEO: ¿Cómo “sí y no”?
CIENTÍFICO 1: El prototipo funciona…
pero tuvo algunos inconvenientes.
CEO: ¿Qué clase de
inconvenientes? ¿Dónde está el auto ahora?
CIENTÍFICO 1: En Mar del
Plata…
CEO: Ajá.
CIENTÍFICO 2: …en el fondo del
mar.
CEO (poniéndose de pie): ¿¡Cómo?!