lunes, 13 de noviembre de 2017

INSTRUCCIONES PARA INTROVERTIDOS #1

HOY: Cómo comportarse en una fiesta.

Arranquemos por lo obvio: nosotros, los introvertidos, siempre vamos a preferir quedarnos en casa leyendo o viendo una película. Pero supongamos que queremos salir de nuestra “zona de confort”, o perdimos una apuesta, y salimos. Las fiestas son lugares donde siempre nos vamos a sentir fuera de lugar. Como mi abuela en un concierto de doom metal. Y así como mi abuela puede llegar a disfrutar un concierto de doom metal (siempre y cuando la banda reversione una canción del Trio Los Panchos), los introvertidos podemos llegar a pasarla bien en una fiesta, siempre y cuando se den una serie de condiciones que podemos generar nosotros mismos siguiendo estos consejos:

- No llegues ni muy temprano ni muy tarde. No por un tema de puntualidad y respeto, sino para no estar sólo con el dueño de casa, o tener que saludar a todo el mundo.

- Localizá las salidas. La idea es pasarla bien, pero es importante, llegado el caso, desaparecer velozmente y sin saludar a nadie.

- Si la fiesta es en una casa y el dueño tiene mascota, hacete amigo de la misma inmediatamente. Es mejor que interactuar con seres humanos y da una excelente imagen para consagrarse con el sexo de nuestra preferencia sin tener que interactuar mucho con el mismo.

- El celular es una buena forma de huir de conversaciones no deseadas, pero existe una cantidad standard de mensajes a recibir, después empieza a ser sospechoso. Perder el tiempo en redes sociales está extremadamente mal visto. No digo que no lo hagas, solo tené cuidado de no ser descubierto.

- El baño es un buen lugar para recluirse un rato. Tratá de no permanecer demasiado, por lo general son lugares requeridos y no queremos que la gente se ande preguntando "¿y este que habrá comido?"

- Si alguien te habla, ¡no entres en pánico! Tal vez está tan nervioso como vos. Bueno, no tanto, pero tal vez también se miró al espejo 45 minutos practicando diálogos ingeniosos. Bueno, probablemente tampoco eso, pero la única forma de confirmarlo va a ser sonreír y responder lo que sea nos haya dicho. Eso o salir corriendo, pero salir corriendo puede dar un mal mensaje.

- En la cocina hay mejor onda que en el living. En el balcón aún más, pero siempre hay olor a pucho.

- En conversaciones grupales sonreí cada vez que te miren o asentí si el tema es serio. Incluí una que otra interjección para dar impresión que está escuchando atentamente: “Wow”, “¿posta?” y el famoso “¡nooo!” nunca fallan.

- Temas de conversación apropiados: series, películas, anécdotas con el/la dueño/a de casa (y/o amigos en común) e hijos (al igual que las series y las películas, hablar de hijos sólo es interesante si estás al tanto, si no, mejor buscar otro grupo de conversación).

- Temas de conversación prohibidos: los tres clásicos del fanatismo dogmático: fútbol, religión y política. Sí, estoy seguro que vos podés hablar del tema civilizadamente y escuchar las opiniones de los demás con imparcialidad y consenso, aunque, en realidad, no podés ni en pedo y la charla, sin excepción, se va a transformar en un griterío retardado donde todo el mundo va a intentar imponer su opinión por considerarla la única verdadera. Nadie de Independiente se hizo de Racing por escuchar una apasionada descripción del gol del Chango Cárdenas. Nadie dejó de creer en dios porque un ateo trató de explicarle científicamente que su existencia es imposible y, viceversa, un ateo jamás empezó a creer en dios porque le contaran de su infinito amor (hace falta una experiencia cercana a la muerte, o un orgasmo, para dudar un poco que la divinidad no sea real). Y, finalmente, mi favorita para demostrar la seguridad y sentido de pertenencia que otorga la ceguera selectiva: nadie cambió de corriente política porque otro trató de hacerle entender que era un nazi, neoliberal, mata putos o un  hippie, vago, amante del clientelismo, y que, al estar completamente equivocado, estaba arruinando el país.

- Si te dan ganas de bailar, bailá. No estás en un concurso de baile y, lamentablemente para algunos, afortunadamente para nosotros, a la gente no le importa realmente lo que hagas o dejes de hacer.

- No te quejes mucho de la música. Hay una especie de ley que hace que en las fiestas nunca pasen la música que a uno le gusta. No desesperar, pensar que siempre se puede escuchar nuestros temas favoritos en casa, y mover un poco el trasero al ritmo de “Despacito” no mató a nadie. El alcohol ayuda.

- El alcohol puede hacernos (creer que somos) más graciosos y extrovertidos, pero también puede hacer que le mostremos nuestro último almuerzo a todos los invitados o intentemos besar a la esposa del dueño, cosas que atraerán negativamente la atención sobre nosotros, que es lo que estamos tratando de evitar. Moderación es la clave.

- Excepción al punto de la música: que alguien se ponga a tocar la guitarra.
Hui. Lo más rápido que puedas. La velada está muerta más allá de cualquier intento de resucitación. Es una línea recta que hace “piiii” y no hay electroshock que pueda revertirla.
La guitarra nunca está afinada, cosa que el músico improvisado va a mencionar, pero sólo como excusa para una performance mediocre, ya que no va a hacer nada al respecto. Las canciones siempre van a estar plagadas de errores en la melodía y en la letra, cosa que, aunque parezca imposible, empeorará cuando una decena de invitados aúllen los versos hasta tapar todo rastro del instrumento. La fiesta se acabó, vuelta a casa a tirarse al sillón a ser feliz.

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