jueves, 30 de noviembre de 2017

Perseguido a bocinazos

Volvía a casa del trabajo. Esperaba a que cortara el semáforo para poder cruzar cuando empecé a escuchar bocinazos. Bocinazos no como "muchos autos tocando bocina", sino un auto tocando bocina muchísimas veces. Sin parar. Insistía, insistía, insistía. Lo sentía acercarse cada vez más, venía con el tráfico que estaba pasando hasta que cambiara el semáforo y yo pudiera cruzar. Cuando finalmente lo tengo encima, listo para pasar por enfrente mio, veo que era un viejo en una camioneta gigante, tocándole bocina al auto de adelante. A morir, sin parar. Enajenado.
Fastidiado, le grité: "¡hey, tranquilo, che!" y un pibe en la vereda de enfrente le gritó "daaale, la concha de tu madre". El viejo llegó a la esquina donde yo esperaba y dobló a toda velocidad a la derecha, perdiéndose a mis espaldas. Nos ignoró completamente.
Después de que pasó, se me ocurrió pensar que estaba llevando a su esposa o a alguien al hospital. No llegué a ver el asiento del acompañante y menos el trasero. Solo la cara del viejo, desesperado por pasar al auto que tenía adelante, como si hubiera una vida en juego. El tipo no seguía ninguno de esos protocolos a usar en esas oportunidades, que ni conozco, la verdad: sacar un pañuelo o el brazo por la ventanilla. Creo que era algo así.
Me arrepentí automáticamente. Me sentí mal todas las cuadras que faltaban para llegar a casa. Probablemente el viejo estaba con la mente en otra cosa y me olvidó en segundos, pero yo me auto-cagué la tarde por culpa de haberle gritado a un viejo al que se le estaba por morir la mujer.

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